jueves, 5 de mayo de 2011

Divirtiéndonos con la Muerte


Aunque haya disminuido el apoyo popular a las corridas de toros, el fin de las fiestas crueles dependerá del grado de respaldo de los medios de comunicación, de los intereses económicos y de las instituciones públicas y religiosas que tradicionalmente las han justificado y mantenido, política y materialmente, a cambio de vender su alma al diablo o al mejor postor, permitiendo  la pérdida de valores éticos y religiosos del modelo egoísta de sociedad actual, intolerante y cruel, que se manifiesta a través de las retransmisiones taurinas, la violencia deportiva y doméstica  sin comprender el origen de los conflictos sociales y las guerras locales que condicionan el presente y el futuro de la humanidad.
El fomento de la crueldad y el desprecio a la vida llega incluso a condicionar el comportamiento y la identidad cultural de los aficionados a la sangre, a través de nuevos videojuegos , a través del cine o del teatro, en obras como “Carmen” y “Don Juan en los ruedos”, de Salvador Távora, que llenan los escenarios de sangre real, vertida para satisfacer el morbo de los espectadores, o la película “Hable con ella”, del director Pedro Almodóvar, quien organizó corridas de muerte en Madrid y Guadalajara, que costaron la vida a varios toros, destruyendo la magia incruenta del cine para manchar de sangre a los espectadores y hacerles cómplices involuntarios de una atrocidad éticamente incomprensible e injustificable.
Uno de los factores que contribuyen a mantener y fomentar las corridas de toros es el aporte de dinero público de las instituciones locales y regionales a las escuelas taurinas, que surgieron junto a los antiguos mataderos municipales, donde se entrena a niños de doce y catorce años en “el arte de matar”, mediante competiciones y prácticas con terneros y vacas, que sufren atroces heridas e incluso, como en la escuela taurina de Madrid, mutilaciones de las orejas y el rabo antes de morir. Barbaridades que forman parte del ritual tauricida de las corridas, apoyadas y justificadas por representantes taurinos de la cultura.
El gobierno de Andalucía, que también apoya las corridas de toros, justifica las escuelas taurinas que subvenciona haciendo una lectura parcial de los artículos 35 y 46 de la Constitución Española, que tratan del derecho al trabajo y la libre elección de un empleo o una profesión, así como el fomento y conservación del patrimonio cultural español, sin tener en cuenta el artículo 15, que trata del derecho a la vida, sin miedo a la tortura y a un trato inhumano y degradante, que convenientemente no se aplica a los toros y caballos víctimas de las corridas.
Otros factores económicos que contribuyen a mantener las corridas son la asistencia, nada grata, del turista ocasional que apoya, a menudo involuntariamente, el morboso espectáculo y la diversificación económica de los ruedos. Asimismo, mientras algunos ganaderos se benefician de la ayuda económica de la Unión Europea, destinada a la producción de carne, otras subvenciones públicas permiten la celebración de corridas de toros en pueblos y ciudades que carecen de medios económicos para organizarlas por su cuenta. La venta de carne de los animales sacrificados a los gourmets taurinos, que ignoran o desean ignorar la importante liberación de toxinas producida por el estrés de las víctimas y las enfermedades habituales relacionadas con su consumo.
No apoyemos las corridas de toros , estas atentan contra la vida de estos animales y no contribuyen en nada la cultura y el desarrollo.

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Cabrestero

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